L' ēcume

No estoy hecho para arder,

pero si para que me leas.


Para que me leas hasta que ardan tus labios.

Cada letra combustiona al pasar por tu lengua

como los anillos de pólvora de un cigarrillo

y nos convertimos en una mezcla de cenizas y susurros que viajan por el viento 

hasta germinar en pechos yermos de avaricia.


Solo los corazones de espuma

son capaces de alojar lo que nuestras semillas portan.


No estoy hecho para arder.



 

 




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